El Mar de Ontígola amanece en un silencio nada habitual tras el paso del temporal Filomena que cubrió todo de nieve y hielo a su paso por la Península Ibérica. Las asombrosas predicciones se cumplieron al pie de la letra, dejando una cubierta blanca que parecía perenne y unos registros de bajas temperaturas como algunos no habíamos vivido ni sentido salvo en alta montaña.
No se oyen los habituales sonidos de alarma de las aves cuando perciben un intruso, ni se las ve entre los juncos zambulléndose en busca de alimento, y al levantar la vista no se recorta la silueta de ninguna rapaz.
Una garcilla bueyera sobre la nieve, quieta, vencida por el frío y la falta de alimento nos da la bienvenida. El paisaje blanco, bello y helado cobra entonces otro sentido.

Garcilla bueyera, muerta por el frío

Perímetro aproximado del humedal, totalmente cubierto de nieve el 09 de enero 
Lámina de agua helada el 17 de enero 
La nieve cubre la presa del Mar de Ontígola, al fondo el observatorio de aves 
Cristales de hielo se forman por la mañana sobre el humedal congelado 
Cristales de hielo 
Cristales de hielo sobre la lámina de agua helada 
Detalle cristales de hielo 
Vía de tren, una de las líneas que fragmentan el hábitat 
Sombra del observatorio de aves 
Comienza a debilitarse el hielo en algunos claros 
Un surco de roedor cruza el estrecho sendero y se adentra en la nieve 
Mar de Ontígola desde la carretera Aranjuez-Ontígola 
Juncos helados que suelen servir de protección a las aves 
Agua completamente helada en el extremo menos profundo 
Reflejo helado
Agradecimientos: José Álvarez Díez, @Gomecello por identificación de las aves.
Por Javier de los Reyes
@jareyme